Los últimos dos jinetes del apocalipsis

Siguiendo con los artículos anteriores sobre la Crítica y el Desprecio, a continuación les presento los dos últimos jinetes del apocalipsis que Gottman identificó como conductas repetitivas en parejas que discriminan para divorcio/separación. Ambas actitudes suelen darse en respuesta a una queja, una crítica o simplemente un planteamiento violento sobre algún problema y comparten el servir como una forma de evitar hablar sobre lo que realmente está pasando, cambiando el foco hacia algo más. A pesar de que la actitud evasiva es más común en hombres y la defensiva en mujeres, ambos sexos las ponen en práctica en distintas situaciones.

La Actitud Evasiva

Es común que muchas mujeres se quejen de que sus parejas tiendan a quedarse callados o a hacerse los tontos con los problemas. “Es como si no le importara” suelen decir. Esto es una conducta bastante común en los hombres y corresponde a la actitud evasiva. Normalmente no se encuentra al comienzo de una relación, sino que tiende a presentarse luego de que alguno(s) de los otros jinetes ya se han ganado su lugar en las interacciones, por lo que puede ser una respuesta a ellos. Suele ocurrir cuando el hombre -o la mujer- siente que recibe constantes críticas de su pareja en la mayoría de sus encuentros. Como una manera de defenderse o de evitar una pelea, es frecuente que el hombre se vaya cerrando, aislando y evitando la confrontación. Efectivamente puede que con eso le haga el quite a una confrontación directa en ese momento, pero el problema es que tampoco soluciona el problema y esta misma conducta será caldo de cultivo para nuevas críticas de parte de su pareja y con eso el círculo vicioso ya queda establecido. 

En cualquier conversación, los involucrados van respondiendo a los mensajes del otro de manera verbal y no verbal -gestos, miradas, afirmar con la cabeza, etcétera- lo que les permite sentir que están involucrados en el tema en cuestión y que lo que cada uno dice tiene un efecto en el otro. Cuando una persona toma una actitud evasiva -mirando al suelo o no prestando atención, por ejemplo- le comunica a su interlocutor que en realidad le importa bien poco lo que está diciendo, lo que es probable que aumente los sentimientos de insatisfacción y rabia en quien se sienta no escuchado. Normalmente esta actitud emerge cuando uno de los cónyuges se siente abrumado por las críticas/quejas/desprecio del otro y piensa que haga lo que haga generará un aumento de las críticas, por lo que elige el camino que le parece más pacífico, sin darse cuenta de que a fin de cuentas constituye una agresión pasiva a la que el otro posiblemente reaccionará con mayor fuerza o distanciamiento.

La Actitud Defensiva

Cuando una persona tiene un problema con su pareja y se siente incómodo, dolido, dejado de lado, o tiene cualquier otro sentimiento que le genera malestar en su relación, parece lógico que  le comunique a su pareja esto que le preocupa. Uno esperaría que quien recibe esta inquietud, la escuche con calma, la analice y trate de entender la queja que le hacen llegar, para validarla y analizar maneras en las que puede haber contribuido al origen y/o mantención de dicho dolor. Logrando ese reconocimiento, se abre la puerta de la reparación, tan importante para lograr acuerdos y reencuentros. Sin embargo, muchas personas toman un camino menos lógico y mucho más dañino. Se trata de la actitud defensiva, en la cual en vez empatizar con la preocupación del otro, la persona trata de invalidar el comentario atacándolo de vuelta con un malestar propio, que muchas veces pone como culpable a quien inició la conversación. El problema con esto es que se va generando cada vez mayor distancia y resentimiento entre la pareja, dado que al percibir que los sentimientos de uno no tienen validez para el otro, y además generan más conflicto, no sería raro que en el futuro esos sentimientos de insatisfacción se los guardara en silencio o los compartiera con otra persona más receptiva. 

A continuación les dejo un ejemplo de un diálogo de una pareja que pone de manifiesto esta actitud defensiva:

Dominga: José, te quería pedir que por favor me ayudes con los niños los fines de semana. Yo entiendo que te gusta ir a trotar en la mañana pero ojalá pudieras volver más temprano para ayudarme y así yo también pueda hacer mis cosas.

José: ¿Me estás diciendo que no te ayudo con los niños? Acaso se te olvida que para el cumpleaños de tu mamá te fuiste toda la mañana a ayudarla con la organización y yo tuve que quedar mal con mis amigos a último minuto para ayudarte… No creo que estés en posición de decirme algo así.

Es evidente que en vez de entender la preocupación de Dominga, lo único que consigue José con esa actitud es comunicarle que su queja no tiene sentido y que en el futuro mejor se las guarde para ella. Es fácil imaginar cómo puede haber continuado esa conversación, donde sería esperable que se produjera una escalada de recriminaciones de uno hacia otro.

Ahora que hemos revisado los 4 jinetes del apocalipsis el llamado es a estar atentos a la aparición repetitiva de estas conductas o actitudes. Seguro que en tu relación puedes identificar ejemplos de uno u otro de estos jinetes, pero eso no es motivo de alarma. Más que preocuparnos por una conducta desadaptativa u otra, lo importante es estar atentos a la rigidización de estas pautas de interacción. Si crees que tu relación se va pareciendo cada vez más a las patrones de conducta descritos en estos artículos, todavía estas a tiempo de hacer algo.

A fin de cuentas depende en -al menos- un 50% de ti.

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