Los mapas de amor

En las primeras etapas de cualquier relación amorosa, es común que los involucrados suelan sentir curiosidad por llegar a entender y conocer  al otro, para de esta manera acortar la distancia que previamente existía entre dos perfectos desconocidos. La mejor manera de conseguirlo es pasar tiempo juntos y conversar. Hacerse preguntas suele ser el camino más sencillo para conocer los pensamientos, hábitos, temores, frustraciones, aspiraciones, actividades favoritas, amistades, y todo el arsenal de acontecimientos que han contribuido a lo largo del tiempo para que esta persona que tenemos al frente sea quien está siendo. En la medida que compartimos información, vamos formando lo que el psicólogo norteamericano John Gottman llama “los mapas de amor”. Usa este concepto debido a que considera que al igual que cuando estamos en un terreno desconocido, donde un mapa es lo que nos permite orientarnos para llegar del punto A al B, en el caso de las relaciones pasa lo mismo. En la medida que mejor conozcamos a nuestra pareja, nos resultará más fácil relacionarnos con ella, sabiendo cuáles son las cosas que le preocupan en la actualidad, cuáles son los temas sensibles o las actitudes nuestras con las que suele perder los estribos, para así evitarlas.

El gran problema, es que cuando va pasando el tiempo, es común que algunas personas vayan dando por sentado a sus compañeros de viaje, asumiendo que ya saben todo sobre su partner, anticipándose a lo que pensará sobre un tema o incluso diciéndole que no le preguntaron algo porque ya sabían lo que les iba a decir. De esta manera es esperable que las parejas se empiecen a distanciar y a mostrar menos interés, ya que en idea el otro no ofrece nada nuevo y para qué preguntarle algo si ya saben su postura al respecto. Y lo que es peor, en algunos casos, cuando uno ve al otro haciendo algo poco usual, como un nuevo pasatiempo o tipo de vestimenta, puede hacerle una crítica o burla que poco aporta a que disfrute esta nueva actividad. Posiblemente cuando teníamos 20, si nuestra pareja empezaba a andar en moto/tocar guitarra/cantar/ hacer yoga/ lo podíamos encontrar entretenido, interesante, una actividad sana, incluso algo que le agregaba atractivo. Sin embargo, cuando un hobby como esos aparece, digamos a los 45, no es raro que sea tildado como una insensatez debido a la crisis de la edad media, o a una “locura” que le bajó en este momento en particular.

Considero fundamental que las parejas entiendan que esa comunicación fluida entre los dos debería mantenerse a lo largo del tiempo, independientemente de cuántos años lleven juntos. Todos estamos en constante evolución, y nuestras preocupaciones, temores e incluso posturas valóricas con respecto a ciertos temas pueden ir variando en la medida que vamos viviendo, adquiriendo nuevas experiencias, conocimientos y amistades. Es solo cosa de pensar en cómo el nacimiento de un hijo puede afectar cómo uno piensa con respecto a lo que es ser padre, al trabajo, la salud, las responsabilidades, y muchos otros temas. Y más aún, cómo ese hecho afecta la relación en si misma. Muchas parejas prácticamente dejan de serlo cuando llega el primer hijo y se sobre identifican con su rol de padres. De ahí en adelante algunas parejas dejan de salir juntas, y si lo hacen, la mayoría de los temas son referentes a los hijos. De mantenerse así, no es de extrañar que 10 años después desconozcan a la persona que tienen al lado. Es fundamental que quienes se adentran en el camino de la paternidad entiendan que ser pareja es una situación que involucra solo a 2 personas, y que no se puede ser pareja y padres de forma simultánea mientras se cambian pañales o se va a la plaza con los hijos. Para ser pareja hay que reservarse un tiempo para los dos, sin sentirse egoístas porque se le está quitando tiempo al hijo. En definitiva, el mejor regalo que pueden hacerle a sus hijos es tener una rica y bien nutrida relación de pareja. Por lo tanto, la lección está clara: resérvense un tiempo para los dos y nunca dejen de conversar entre ustedes y de tener un genuino interés por lo que sea que esté pasando por la vida de quien tienen al lado.

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