El Desprecio: Segundo jinete del Apocalipsis

Continuando con lo desarrollado en el artículo anterior, ahora me centraré en otro de los jinetes del apocalipsis -planteados por Gottman- que suele venir asociado a la crítica.

El desprecio, como la crítica, implica una evaluación negativa del otro miembro de la pareja, sobre quien nos formamos una imagen despectiva y la tratamos con una clara agresividad -expresa o encubierta- para hacerle sentir nuestro malestar y desdén. Cuando le demostramos desprecio a nuestra pareja, muchas veces va asociado a atribuirle al otro un defecto moral, como si los consideráramos una mala persona. Este jinete puede tomar distintas formas, a las que debemos prestar atención. Por ejemplo:

El sarcasmo: “!Que brillante! Felicitaciones. Seguro que con lo que propones se nos solucionarán todos los problemas, uff”.

El escepticismo: “No creo nada de lo que dices. Siempre haces lo mismo. Dices una cosa y terminas haciendo otra. Mejor para de prometer tanta cosa que sabes que no eres capaz de cumplir”.

Insultos: “Eres un estúpido”.

Gestos de desprecio: Poner los ojos en blanco en señal escepticismo, muecas con la boca, etcétera.

La burla y el humor hostil: “¿Y vas a salir así? Si era una fiesta de disfraces me deberías haber avisado antes”.

Se ha planteado que el desprecio es el peor de los cuatro jinetes, dado que tiende a ensuciar todos los ámbitos de la relación, envenenando las interacciones con una sensación de profundo disgusto. A veces las parejas no se dan cuenta de cómo este tipo de conductas se les van tornando rutinarias y empiezan a emerger de a poco en su día a día, con lo que lo único que se consigue es ir aumentando las diferencias y la distancia entre los involucrados. Cuando una pareja está discutiendo, es poco probable que el problema se solucione si cada uno percibe que el otro está disgustado con uno y lo ataca de forma reiterada con cualquiera de las manifestaciones de desprecio señaladas. Hay que tener claro que estas conductas jamás se orientan a la reconciliación, sino que por el contrario aumentan la tensión y el conflicto.

Es más, cuando tenemos pensamientos negativos sobre nuestra pareja que no hemos sabido procesar ni comunicar de manera efectiva y los hemos ido guardando en silencio, se genera un terreno fecundo para exacerbar el desprecio. Por lo mismo, parece ser conveniente ir resolviendo las diferencias que tenemos con nuestra pareja de a una, para evitar la rigidización de estos sentimientos negativos. Si pensamos en cualquier pareja que acaba de comenzar una relación hace unos meses, resulta muy difícil imaginarse que se vayan a dar alguna de las conductas descritas. Para que surja el desprecio, se necesita tiempo. Posiblemente, las primeras semillas fueron quejas sencillas – “te pido que por favor cuidemos los gastos del celular”-, o manifestaciones de insatisfacción que no fueron resueltas y que con el tiempo se tornaron en críticas más globales – “eres tan irresponsable con los gastos”- para terminar en manifestaciones claras de desprecio -“no sé para qué te sigo explicando que los seres humanos normales tienen presupuestos limitados si se me olvidaba que naciste en una cuna de oro, y que todo se te ha dado fácil en la vida”.  

El estar alertas a la aparición de las primeras señales de críticas e ir hablando y solucionando las diferencias de manera constructiva serán factores protectores para evitar el aparecimiento del desprecio y de sus indeseables consecuencias. Una pareja involucrada en interacciones de este tipo y que no hace nada al respecto, difícilmente se mantendrá junta por mucho tiempo y si lo hace, lo más probable es que sea con muy bajos niveles de cariño y satisfacción. 

Continuará…

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