Clítoris, Placer y Sensibilidad

Sobre su función y anatomía

El clítoris es un órgano que cumple solo una función: dar placer. Por medio de su estimulación ya sea directa o indirecta, se aumenta la excitación en la mujer hasta desencadenar la respuesta orgásmica (en un interjuego con multiplicidad de factores biológicos, psicológicos y de relación). Este órgano se desarrolla en base a las mismas estructuras anatómicas que el glande del pene -hasta la sexta semana de gestación la estructura es exactamente la misma para hombres y mujeres- y dependiendo de factores genéticos y hormonales, se irá diferenciando para dar lugar a los órganos sexuales masculinos o femeninos. En este sentido, ambos sexos tienen mucho en común. Cuando el feto es XX y no se libera testosterona, se desarrollará la vagina, el clítoris y todo el aparato reproductor femenino. El clítoris correspondería entonces al glande del pene. Se desarrollará hacia afuera, con la forma de un pequeño botón o poroto ubicándose en la parte superior de la vagina, sobre los labios menores y bajo un capuchón protector. Por dentro, se desarrollarán dos brazos interiores desde el clítoris y pasando en forma de V por los costados de la vagina, los cuales se hinchan con sangre cuando se produce la excitación, tal como ocurre con los cuerpos cavernosos del pene.  

Bajo la piel del clítoris (y del pene) existen miles de terminaciones nerviosas llamadas Corpúsculos de Krause, que son muy sensibles a la estimulación, lo que explicaría el por qué representa el sector más excitable de la mujer. Cuando recibe estimulación directa -caricias, besos, penetración- o indirecta -por medio de la fantasía o pensamientos excitantes-  se produce una serie de conexiones a nivel cerebral que permiten la irrigación de sangre a los tejidos eréctiles aumentando también la sensibilidad ante la estimulación. En ese sentido, la respuesta sexual será más intensa y rica en la medida que se produzca un equilibrio entre las excitación física adecuada y el estado psicológico y de relación que tenga la mujer en ese momento consigo misma y con su pareja.

Un órgano particularmente sensible

Es común escuchar a hombres quejándose de que sus parejas no quieren seguir siendo acariciadas luego de tener un orgasmo. A veces dicen que con parejas anteriores no les pasaba lo mismo y se preguntan si sus parejas actuales tendrán algún problema. En estas situaciones suelo plantearles que es fundamental entender que cada mujer y cada relación es distinta por lo  que necesitan tiempo para ir descubriéndose el uno al otro. Algunas mujeres disfrutan y son capaces de seguir recibiendo estimulación en el clítoris luego de haber tenido un orgasmo y ponen en práctica su capacidad multiorgásmica(*). Sin embargo, hay otras que sienten una hipersensibilidad en esta zona luego del orgasmo que les hace muy desagradable e incluso doloroso el seguir siendo acariciadas de forma directa. En estos casos es común que le pidan a sus compañeros que dejen de tocarlas ahí una vez alcanzado el clímax. Esto no quiere decir que no puedan continuar con la penetración u otros juegos no enfocados en ese punto en particular. Aquí es importante la comunicación entre los involucrados para conocer cómo responde el cuerpo de uno y otro y no tener expectativas irreales o ser insistentes a pesar de las peticiones de la pareja. A veces una pequeña pausa o centrarse en acariciar otras partes del cuerpo puede ser suficiente para continuar con las caricias post orgasmo.

A pesar de la gran capacidad del clítoris para generar placer y conducir al clímax, es clave que sea tratado con cuidado, dado que muchas mujeres se quejan de lo torpes y brutos que pueden ser sus compañeros al acariciarlas. Esa misma sensibilidad posibilitada por las infinitas terminaciones nerviosas de su anatomía, es la responsable de las respuestas de dolor que pueda acarrear. La mujer tiene un rol fundamental aquí sobre su propio placer. En la medida que se conozca mejor, puede ayudar a su pareja a entender qué cosas le gustan más, qué caricias la prenden, apagan o le resultan molestas. Bajar las defensas y perder el pudor muchas veces ayuda a las parejas a tener encuentros sexuales más satisfactorios y plenos. 

Para los hombres es relevante entender que el placer en el sexo no se trata de seguir un manual de instrucciones y tocar un botón por aquí y otro por allá. La sexualidad no debería ser un espacio para actuar mecánicamente, sino un lugar para encontrarse y disfrutar de la intimidad física y psicológica con un otro. Tener información les puede ayudar a entender que al acariciar a sus parejas es conveniente no usar una fuerza desmedida ni centrarse en un solo lugar. Ir variando la intensidad, el tipo de caricias y las zonas a tocar, puede ser mucho más estimulante para la mujer que el “quedarse pegado” de manera insistente y con fuerza sobre el clítoris. Los invito a estar abiertos a conversar sobre lo que les genera mayor o menor placer. La comunicación y el conocerse les permitirá tener una vida sexual cada vez más placentera, donde no se deba hacer todo por ensayo y error y en la cual los deseos, miedos e inquietudes puedan ser planteadas en un clima de respeto, cariño y cuidado. 

(*) Nota al pie:  según un estudio realizado a 174 mujeres estudiantes de una universidad canadiense en 2009, solo el 27% dijo nunca haber experimentado orgasmos múltiples, lo que deja más del 70% de la muestra dentro del grupo capaz de tener estos orgasmos repetidos.

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